Día de los Fieles Difuntos: La muerte también mueve la economía

 


Desde el 2 de noviembre del año 998 se conmemora el Día de los Fieles Difuntos, una fecha que se centra en la oración por quienes han partido del plano terrenal.

Según la historia, la fecha fue instituida por el monje benedictino San Odilón, en Francia, en el año 998. Fue adoptada por Roma en el siglo XVI y desde entonces se ha esparcido por todo el mundo. El día se aprovecha para visitar la tumba de parientes y amigos para llevar flores y velones.

Esta festividad de la Iglesia católica ha servido para dinamizar la economía de los negocios que están colindantes a los cementerios, especialmente los que ofrecen servicios de reparación de tumbas, venta de flores y velones, y construcción de lápidas. Cualquier producto (o servicio) que conecte a los deudos con el fallecido encuentra mercado en esta fecha.

No se puede confundir el Día de Los Fieles Difuntos con el Día de Todos los Santos, aunque uno es el complemento del otro.

El Día de los Muertos, como también se le conoce, es una fecha destinada por los familiares para limpiar y acondicionar la última morada. Por lo tanto, es común encontrar personas pintando las tumbas y arreglando las lápidas de los fenecidos.

En algunas comunidades de República Dominicana se colocan velas y velones en las calles y/o puntos donde han fallecido conocidos, como una forma de recordarlos.

Tradiciones

Las flores forman parte de la celebración. Según el diario AS, a pesar de que se desconoce el origen, la primera tumba adornada con flores de la que se tiene conocimiento es de hace 13,000 años, una costumbre que se ha extendido por diferentes culturas y civilizaciones, desde Egipto hasta la India, pasando por la América prehispánica.

Eloísa Hidalgo Pérez, en un artículo titulado “Días de Todos los Santos y los Fieles Difuntos”, señala que en España la tradición es llevar, además de rosas y claveles, crisantemos y lirios. En el caso mexicano, se llevan flores de cempasúchil.

En países como Italia, Austria y Polonia se deja una vela encendida, agua y pan. Sin embargo, en Croacia, Eslovenia, Bélgica, entre otros, se deja una vela encendida en las casas para que las almas encuentren su camino.

En el caso de Latinoamérica, la llegada de los españoles hizo que se mezclaran las tradiciones. “Tuvo lugar a la fusión de determinados rasgos de algunos rituales nativos, con los introducidos por parte de los conquistadores y pobladores del Nuevo Mundo”, destaca Hidalgo Pérez.
México

A pesar de que en el país la celebración es un poco calmada y se concentra, principalmente, en cementerios e iglesias, en países como México, la festividad integra hasta fiestas familiares para celebrar la muerte.

En 2008, la celebración del Día de Muertos, una de las festividades con más corazón y más profundas del pueblo mexicano, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En México, las calles y casas se visten para recibir a todos aquellos que se han adelantado (los difuntos) con flores de cempasúchil para guiar su camino junto con los aromas del café, chocolate y pan de muerto, que los traen de vuelta a familia que no los olvida.

Tradicionalmente, los mexicanos colocan altares para sus difuntos, donde tienen alimentos, fotografías, velas, incienso, entre otros.


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