El mensaje del escritor Avelino Stanley a Milagros Germán, nueva ministra de Cultura



Señora Milagros Germán: ahora usted es la nueva ministra de Cultura. Pero también es usted una mujer que forma parte del patrimonio afectivo de la nación. Todos la admiran y la quieren por su entrega a la defensa de los valores éticos de la sociedad. Yo estoy entre esos admiradores. Y le escribo porque usted acaba de aceptar un nuevo reto en su vida. Es el reto de ser la ministra de Cultura de todos los dominicanos para impulsar, como dijo en su Twitter, “el desarrollo cultural” de la República Dominicana. Sepa que somos muchos los que apostamos al éxito de su gestión.

El sector de la cultura, señora ministra, parece complicado. Pero de entrada es importante que usted sepa algo para que no le tema. Si algo tiene de difícil es que todos los actores del sector, absolutamente todos, nos creemos semidioses. Nadie es capaz de reconocerse soldado de un proceso en al que debemos integrarnos hombro con hombro y punto. Sin esperar nada a cambio. Tomando ese detalle en cuenta sabemos que usted saldrá airosa de ese reto como lo ha logrado en todos los proyectos a los que se ha enfrentado en la vida.

Pronto comenzarán a acercársele “los imprescindibles”, aquellos que le asegurarán llevarle en carpeta proyectos que son “genios entre una botella” y que su aplicación le dará la mayor de las magias. Desde el ágora de la humildad, y por el éxito de su gestión, yo solo me animo a entregarle una experiencia vivida. Entre 1996 y 1997 visitó varias veces el país Evangelina García Prince, una venezolana que conocía como pocos la gestión cultural de América Latina. Ella fue contratada por el gobierno para asesorar el Consejo Presidencial de Cultura. Esa instancia tenía como meta principal crear la Secretaría de Cultura. Como en efecto sucedió el 28 de junio del año 2000.

García Prince nos enseñó a todos e insistió en una trilogía para garantizar el éxito al frente de una instancia cultural. La primera, diferenciar la gestión cultural de la animación cultural y concentrarse solo en lo primero, porque la gestión es lo único que lleva al desarrollo cultural y deja un legado; la animación solo deja eventos. La segunda enseñanza de García Pince fue encaminar esa gestión sobre un plan que abarque las necesidades de los distintos sectores de todo el país y que sea ejecutable. Lo tercero fue cuidarse del área a la que pertenece el incumbente para no inclinar la balanza hacia su sector particular, puesto que se está gerenciando para la cultura en general. En pocas palabras, la especialista venezolana lo que resaltaba era que solo la buena gerencia garantiza el éxito de una gestión cultural.

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